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MURALLAS DE ZAMORA

 

Zamora, conocida como "la bien cercada" desde la Edad Media, llegó a tener tres recintos amurallados. La ciudad estaba entonces en una zona estratégica, a orillas del Duero y en plena Vía de la Plata, por lo que se hizo necesario dotarla de una fuerte defensa contra los atacantes.

Fernando I mandó construir el primer recinto. Este rodea todo el casco antiguo de la ciudad y es el más importante, además del mejor conservado de los tres.
La fortaleza de esta muralla se comprobó en uno de los episodios más conocidos en la historia de la localidad: el asedio a la ciudad durante meses por Sancho II, que no consiguió entrar en ella, dando lugar al dicho "Zamora no se conquistó en una hora".

Pertenecen a este primer recinto la Puerta de Doña Urraca, la Puerta de Olivares y el Portillo de la Lealtad (también conocido como de la Traición).

Posteriormente, se construyeron los otros dos recintos amurallados para abarcar nuevas zonas de la ciudad cuya población había crecido de forma significativa. Poco a poco va perdiendo su misión defensiva, hasta dejar de tenerla totalmente después de la Guerra de la Independencia.
En los años siguientes, la expansión urbanística provoca el deterioro o incluso destrucción de parte de la muralla.
A mediados del siglo XX las murallas se incluyeron en un programa de protección del patrimonio, por lo que en los últimos años se ha restaurado y reconstruido parte de ellas.

 

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